Las empresas chinas cuentan aún con una rentabilidad relativamente baja y carecen de estatus global, a pesar de su presencia récord en la lista Fortune 500, según la consultora McKinsey & Co. A medida que avanza la reforma estructural de la economía y las ventajas de costes se desvanecen, el crecimiento dirigido por la inversión debe dar vía a una mayor productividad, según la firma consultora estadounidense. El margen de beneficios medio de las 42 empresas estatales de China incluidas en el top 500 de las mayores compañías del mundo por ingresos este año, elaborado por la revista Fortune, fue de sólo 2,2 por ciento, comparado con la media de 4,8 por ciento de las empresas no financieras de fuera de la China continental. El grupo Sinopec, la mayor empresa de China por ingresos, que se sitúa en quinta posición mundial, registró un margen de beneficios de 2,8 por ciento en 2011. E n comparación, ExxonMobil, tercera de la lista, registró 8,6 por ciento de beneficios. La parte continental de China cuenta con un total de 70 compañías entre las 500 de la lista, tras superar este año a Japón como segunda mayor base de las 500 mayores empresas. Sin embargo, Xu Haoxun, director de McKinsey en China, afirma que menos del 10 por ciento de las empresas pueden considerarse realmente como “empresas de categoría mundial”. “El crecimiento de las empresas estatales chinas es principalmente el resultado de su ventaja competitiva en el mercado doméstico, pero estos ‘gigantes’ chinos se enfrentan a mayores retos cuando entran en el mercado global”, explica Xu.
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